Allá /poema
Foto:Diana Vallejo
Allá
Me acuerdo
de mis días suecos,
Satie en
la ventana de mis ideas,
aquel viento sumiso y el árbol de panderetas
aquel viento sumiso y el árbol de panderetas
que se cruzaba
siempre,
dulce y pacífico,
imponiéndose a mi melancolía.
imponiéndose a mi melancolía.
Gorgojeaba desde la sala
el gris amable del sofá
el gris amable del sofá
pernoctaba entonces suave sobre mí,
el espacio, y …el mundo.
Vacilaban
mis sueños rodeada de extrañeza,
oteaba el cielo
rosa con moras
que inundaba mi azul turquesa,
a esa, mi niña Caribe,
que inundaba mi azul turquesa,
a esa, mi niña Caribe,
arrullada por un oso polar.
Ahí se escanció esa nota dubitativa
con hojas de otoño
bailando
ballet y twist sin nadie de testigo
sólo yo y
mi cuerpo,
sólo yo y éste hábitat menguando
sólo yo y éste hábitat menguando
sólo yo y
el campo santo de la bruma en mi boca,
sólo yo y
el infinito espacio desdibujado
en el
parque de Ryhov.
Vuelvo, a ese lugar que arde,
me
festeja con copos de nieve
al bajar
en la estación
de mis exhalaciones.
Ella, la oscuridad hermosa
de mis exhalaciones.
Ella, la oscuridad hermosa
deja que
sus llantos espesos me acobijen de esplendor
marca mis
huellas, las borra, las vuelve a
trazar
dibujo un corazón de pasos
queda un instante en el inmenso árbol de las memorias,
dibujo un corazón de pasos
queda un instante en el inmenso árbol de las memorias,
desde entonces existo en su velo de trazos
y juego otra vez
con el hombrecito de nieve,
al que dí vida entre mis manos de palma.
y juego otra vez
con el hombrecito de nieve,
al que dí vida entre mis manos de palma.
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