Un día más / 19 de septiembre en Cuernavaca





Como un suponer la vida en balance
en la ciudad de las primaveras
la ciudad de los no me olvides,
así amaneció el alma de los que dirían adiós,
así dieron un beso,
un abrazo apresurado
un dejar un mal puesto en la silla
un correr a la escuela de los niños
un olvido y un café caliente.

Así quedó petrificada  en el amor
una madre con sus hijos e hijas
la abuela con las canas apretadas
 las tortillas calientes
y el comal de las gorditas.

Así golpeadas,
una bicicleta pequeña, con su niña celebrando en algún patio
mientras el tiempo
no dejaba ver 
sus manecillas violáceas.

Así se fueron
un bebé sin culpas
aquel señor amasando oportunas  ventas
un autobús del azar, y la radio llena de voces
que dejó de oradar  al público.

El sol como todos los días se mostró tranquilo
el parque Borda,  tejió como siempre enredaderas,
el Calvario, tocó sus campanas y humeó el hambre
con deleites y tacos, quizás el último,
sólo veo las siluetas,
en el mundo que se abandona, a lo no importante.

Aquel día, las palomas alzaron el vuelo como siempre,
con el caldo de la rutina, el ruido
el teatro de conciertos,
vimos el kiosko , el bemol 
el danzón sin edad y sin cuadrículas,
grilla de besos y actos circences
que protegió con sombras vespertinas
aquel amable rincón que cuida a los lustrabotas, 
a los deambulantes
a los artesanos de calles
a los que quieren amar,
desplegó esa ciudad de Cortés, su extraño encantamiento
viviendo sin temor, el cofre, de ésta materialidad.

En la hora nona, cuando callan las avenidas
para dar un bocado al cuerpo,
tembló, se fracturó, se desgajaron las almas, presentes y pasadas
bajo los pies del común...mortal.
Cimbró la tierra...para esparcir y arrebatar andamios
destruyó costumbres
activó a los corazones locos
en sus hormigueros de miedo
adelantó para algunos su nombre en las fiestas de la santa muerte,
separó  amigos y amantes
nos dejó en la vista un espacio
un sobresalto hecho de recuerdos...
De rocas
De diferencias
De destrucción
De solidaridad
De aves rapiña
De perros deambulando
De polvo
De apresurados
De Marías tejiendo Tigres
De preguntas sin respuesta,
Nos dejó a  Cuernavaca, 
a Morelos
flores de gentes buenas
con un susto sin muecas
con un sin pensarlo
con un superviviente
con una esperanza
con una alegría triste 
nos dejó,
una primavera de almas
que aún no secan,
ni terremotos, ni injusticias. 

Diana Vallejo

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