Poemas de oficio...

La policía: (Mary)
Con temple y sigilo indaga a las noches solas.
Salva grillos, espanta a saltimbanquis.
Escudriña acuciosa en la cuadrícula colonial,
sin alejarse, da paso al rastro de la ley.

El peluquero (César)
Entre sus dedos toma la medida exacta del pelo y de sus clientes,
con su espuma acicala al ras cada humanidad.
Es habitual que se confiesen en el sillón marrón de su recinto,
él esculpe poco a poco la elegancia, caen las hebras,
restos mortales de nuestra soluble existencia.

La comerciante (Ana)
Ana atiende las alacenas mudas, les acomoda memorias,
apuros, sucesos de la familia del barrio,
coloca las pepas de ají, frejol, porotos de las tardes.
Comedida ampara las quincenas, y al darte el vuelto te abriga en su cálida sonrisa.

El guardia (Albán)
En los secretos del Remigio Crespo; es, esa certeza presente
que decanta en los recintos; así toda obra, todo tiesto arqueológico
se sienten protegidos, mostrándose espléndidas y amadas
al goteo de los ojos.

El chef italiano (Sandro)
Vientos australes invaden Cuenca; sus crujientes viandas
paladean las sonrisas y  el horno se derrite de queso Mozzarella.
Todo impregna de tradición a esa mirada de olivo
más antigua que Roma. Sandro marina sin descanso a los Andes
de Italia.

Sibri el panadero
Sibri amasa los sabores en aquellos gajos de masa
los ve palpitar en el vientre de las brasas,
levitando la levadura hincha al corazón y al pan,
pronto olerán los pájaros y las ardillas, vendrán a comprar
hogazas para acunar el hogar.


Hermana Católica (Ruth)
Templos de hombres en silencio son su brújula,
crepúsculo y rosario se filtran en su celda,
mientras su hábito ondea entre las sombras
 orando, antes de encender la vela del alma.


Sastre (Jorge)
Traza dobladillos y moldes, palpa tejidos y bondades
hilvana despacio el carácter de sus clientes,
toda textura y despliege forman el cuerpo de los vivos,
salen del taller los abuelos y los novios en sus trajes de ilusión.

Mesera (Laura)
Su vuelo entre las mesas
lo detienen los apuntes del último pedido,
de reojo, acata la orden, adivina su tipo de apetitos.
A los habituales les agrega porvenires o les guarda una gracia.


Hindú restaurante (Rosily)
400 elefantes y una estrella han remontado desde el Ganges
desembocando en su sari, arremansan espléndidos tornasoles,
le narra al Tomebamba sobre lo místico de las especias
y el encanto de Krishna. Ella, suele expiar a su ciudad en sus inciensos.

Ebanista (José)
De lo rústico a lo excelso,
 todo árbol espera trascender en la concavidad de sus palmas
a él se rinden la estocada y el pulido,
la veta mandala de las eras,
los nobles robles y palos de rosa, el fragante laurel
hoy, muebles eternos.

Malabarista (Nery)
Hijo de príncipes y dioses
Osiris aún se goza de aquellas piruetas del equilibrio
que nacen de su tacto.
El resto de los entes descansan disimulando sorpresas
les es difícil dejar atrás el grisáceo  latido de la urbe
¡3,7,10, que comience la función!


2da opción:
Su mundo de azar es un trabajo amoroso en ésta ciencia de risas,
en sus yemas un territorio deambula Egipto y el Talmud, milenario oficio de los dioses, grillo de la fiesta, jamás perece.

Malabarista, tu soplo emborracha y suspende, fantasías, gatos errantes, mazos, diábolos, y el bocado humano que nos toca.   Se acerca la gente de vidrio como la de cáscara, comen y simulan que son grises, atisban al soñador, él, rocía con embelesos a la tinta, al encierro  y a las horas…3 ,7, 10…

¡Qué comience el espectáculo!

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