Sin el cuerpo presente


 
 
 

Nadie imaginó la pandemia tan bien y tan drástica,
tan solitaria ha sido la muerte
como lo es hoy... de masiva.

Nadie imaginó que nos heriría la calma
y un estornudo podría ser un fatal augurio
de perder a la familia
o  fallecer sin pormenores.

Aunque imaginamos  espectaculares Holocaustos
nunca esperamos que el susurro
y el ulular del viento
nos tragara vivos
nos enterrara solos.

Hoy, ver por la ventana es libertad
y el cuerpo y los ojos son de topos.

Aquello árboles son de dulce,
las esperanzas,  distancias
las alegrías, coincidencias
la vida se aquieta tanto que fallece sin remedio.
 
Pero también es una flor bajo la piedra
y saldrá al sol
bajo el único manto de la piel
que teje mi presencia.
 
 
 


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