Oasis de las letras calladas


Por ahí andan mis pasos en el piso, barriendo malvaviscos,

estirando sus risas por medio de oficios caracol

embarcaciones de telón

y delfines partitura. 


Allá andan mis clavículas 

evitando sonar en el acústico sol de tus clavijas

hombre arenal. 

 

Allá, las mariposas tragaluz

siguen las fantasías de Hammelin

y los unicornios azules

cabalgan sobre el césped del escritorio

ruedan a mis notas.

los  escucha, el crujir de las cebollas, asadas a las brasas

del temperamento.


Allá va,

mi costumbre de pernoctar

al lado de la duda 

sin duda alguna,

al lado de vos, dolmen

sin mirada, van brollándome

alas, no soy una santa. 

 

Besos y bolsitas

encestadas en el cesto,

 Vitorean a la maga

que irrumpe en el oasis de las letras calladas.


Diana Vallejo


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